CÓNYUGES DESESPERADOS
Una escena común
C. está esperando a su marido muy contenta porque sabe que acaban de darle su
aguinaldo y van a ir a comprar los regalos de Navidad de los niños. Son las 6, las 7, las
8 p.m. y su marido no llega. Se comunica al celular pero no responde. A las 2 de la mañana,
llega el marido. Huele a alcohol, esta muy contento. “¿Por qué llegas esta hora?”;
“Me encontré al compadre y nos fuimos a tomar unas copas, ya sabes, juebebes”; “¿Y
el aguinaldo?”; “Aquí traigo lo que me queda”; “¿Y los regalos de los niños? ¿Qué pasó
con nuestra cita para ir a comprarles sus regalos?”; “¡Siempre es lo mismo!: te olvidaste,
gastaste, se te olvidó en lo que quedamos ¡Ahora sí, ya no puedo más!, te dejo”.
C. pide una cita y me describe la escena anterior.
Estas fueron sus palabras: “No es la primera vez, siempre hace lo mismo, siempre se le olvida, se le aparece alguien y se olvida de todo, llega tomado. Ya no sé qué hacer. Su mamá me lo dijo. ¡Siempre se le olvidan las cosas! No es normal, algo tiene. Ya le dije que si no cambia me voy a divorciar,
con eso se asustó y aceptó que viniera contigo para que pueda recibir ayuda y no
lo deje”. Pero yo no estoy mal: ¡estoy harta! ¡Ayúdame!”
Esta es una escena que he vivido muchas veces: la esposa, cansada de vivir lo mismo
acude a pedir ayuda. No llega con el pelo despeinado como las mamás, pero sí con
ese tono de desesperación y desesperanza porque ya no puede vivir con una persona
así. Al indagar sobre lo que conoce de la vida de su marido, C. comenta que su suegra
siempre se quejó de los olvidos, la inquietud y los problemas en la escuela de su hijo.
Esto se repitió también en el noviazgo pero C. pensó que con el matrimonio su marido
iba a cambiar. No lo ha hecho y ella ha vivido varias veces escenas similares y además,
cambios de trabajo, de ciudad y de proyectos.
Siempre hay un proyecto nuevo más interesante y mejores cosas que hacer. C. está cansada y dispuesta a divorciarse.
Le comento que quizás su marido ha estado viviendo con los efectos del TDAH, y que
sería importante hablar con él para hacerle caer en cuenta de que tiene el problema.
Le explico qué es el trastorno, sus características.
Conforme le explico, C. va entendiendo el trastorno, se tranquiliza y me pide ayuda para que hable con su marido.
Para lograr que acepte venir a una sesión elaboramos un plan de acción. Ella define los
términos de este plan (venir a sesión es un requisito para no proceder al divorcio).
El marido acepta asistir a una sesión. Le pido que me hable sobre su recorrido escolar,
laboral, social. Explica que siempre fue inquieto, peleador, que sus papás lo castigaban
todo el tiempo, si no se comportaba recibía la “ley del cinto” -recibió muchos castigos
y correazos-. Tenía un comportamiento regular pero volvía a caer en la inquietud. No
entiende cómo acabó la carrera. Siempre le dijeron que era brillante pero nunca logra
estar en un solo lugar, se aburre; por eso cuando le plantean un nuevo proyecto, cambia
lo anterior para hacer nuevas cosas.
Asume que ha cometido muchos errores que no puede controlar.
Lo peor ahora es que C. lo va a dejar y eso no le gusta porque la
quiere mucho y no sabe qué va a hacer sin su esposa.
Una escena común.
Cuando le explico que lo que ha vivido, posiblemente se deba a los efectos del
TDAH, dice tener una esperanza y acepta asistir con el especialista.
Se le refiere al médico, quien le da tratamiento farmacológico y este le ayuda a
controlar la inquietud.
Posteriormente, acepta continuar con sesiones de Coaching
para manejar su organización, el control de respuestas impulsivas, la administración
del tiempo y del dinero, el control de estados emocionales y recibir orientación de
pareja.
Actualmente siguen casados y con un trabajo estable. Viven al norte de
México.
Un día en la vida de… Rosa
Rosa está verdaderamente abrumada con las tareas cotidianas como cuidar su casa,
limpiar, hacer la comida, atender a los hijos e ir por ellos a la escuela.
Casi todos los días tiene que darles dinero porque a la hora de salir para la escuela, cae en cuenta de que se olvidó hacerles el sándwich para la escuela. Especialmente el día que deben ir con el uniforme de gimnasia: siempre olvida plancharlo el día anterior.
Para su mala suerte, un día se le descompuso la plancha pues la dejó conectada.
En varias ocasiones, ha tenido que ir a las casas de comida del barrio (hoy no es la excepción) porque se le olvida apagar la olla y la comida se quema.
No ha ido a la junta escolar
(puso la circular en el refrigerador para no olvidarlo, pero no leyó el papel) y tampoco
se ha enterado de que debía llevar a su chiquita disfrazada de fl or -quien llegó a la
casa llorando y culpándola-.
Juan, su marido, llega a las 6 p.m. y la encuentra hecha
un mar de llanto, los niños peleándose y todo en desorden. “!Qué hiciste! ¿Qué te pasó?
¿Por qué está así la casa?”. Se va molesto a la habitación, dejando a Rosa en la sala
llorando. “¿Qué le pasa a esta mujer? ¡Mejor me hubiera quedado en la oficina!”.
Aunque parece un cuento, esta historia es real. Rosa fue referida a una consulta
conmigo por la psicóloga de la escuela de sus hijos: sospechaba que algo había mal
en la casa y pensaba que podía existir una situación de maltrato o problemas serios.
Al indagar a Rosa respecto a las situaciones cotidianas me comenta todos los datos
relatados anteriormente. Me dice que no puede más, su casa la satura, no puede
organizarse. Los olvidos y el despiste los ha tenido desde chica. No fue una alumna
brillante, pasaba de milagro y nunca ha sido organizada. Empezó la carrera pero la
suspendió porque se casó. Ha tratado de ser buena mamá pero no puede y lo peor,
es que ahora están pensando mal de ella en la escuela. No sabe qué hacer. Con
estos antecedentes se le sugiere asistir a consulta médica, se le receta un fármaco y
continúa con sesiones de Coaching. Se elabora un proceso enfocado en establecer
metas para organizarse en casa, trabajar en el orden y hacer cambios con los hijos
(poner límites). Asimismo, se le sugiere involucrar al esposo para apoyarla e iniciar
actividades sólo para ellos.
El esposo de C. y Rosa presentan el TDAH, el cual está arruinando su
matrimonio. Están viviendo los efectos de tener dificultades en el manejo de
las funciones ejecutivas que, como se mencionó anteriormente, son funciones
cognoscitivas que permiten decidir el orden de prioridad para hacer las cosas,
integran y regulan el comportamiento. En el TDAH las funciones ejecutivas
son deficientes para regular pensamientos, emociones y acciones, por eso las
personas que lo padecen no interactúan apropiadamente en la vida diaria y con
sus seres queridos.
C. y Rosa presentan fallas para organizarse, establecer prioridades y activarse para
hacer y finalizar sus tareas. Rosa tiene dificultades para manejar la frustración
y modular sus emociones; y C. dificultad para monitorear y autorregular sus
acciones, dado que actúa impulsivamente al irse de fiesta con sus amigos y gastar
el dinero. En ambos casos, el déficit en el funcionamiento de las funciones
ejecutivas tiene como consecuencia fallar al elegir la conducta apropiada
(limpiar la casa, hacer las actividades en forma organizada) o excederse en otras
conductas (dejarse llevar por el impulso para beber, gastar el dinero sin pensar
en las consecuencias).
Tanto las fallas como el exceso de las conductas llevan a perjudicar la relación.
Cuando el cónyuge no tiene el trastorno interpreta la conducta de su pareja
como malintencionada. Cuando llegan a sesión -ya sea de terapia o Coachingy
se les explican los síntomas, van entendiendo mejor las conductas como la
“causa” del TDAH y no por maldad de la pareja.
La tarea del Coaching está enfocada a mejorar las relaciones de pareja a partir de
un plan de acción, donde tengan como metas:
• Desarrollar conocimientos y comprensión de la conducta para saber
con qué tienen que lidiar. La pareja necesita aceptar que el esposo o
la esposa con el TDAH, inevitablemente cometerá errores debido a su
funcionamiento ejecutivo ineficiente. Esos “momentos TDAH” pueden
ser vistos como un motivo para reírse y después reparar el daño, sin que
se conviertan en catástrofes y medios para asignar culpas.
El esposo o la esposa sin el TDAH debe pedirle al otro que rectifique el “momento
TDAH” y, a su vez, le conviene detener la crítica y la culpa.
El cónyuge con TDAH deberá asumir la responsabilidad de sus acciones inadecuadas
y demostrar en sus acciones futuras que desea rectifi car la situación, sin
hacer simples promesas.
• Mejorar la comunicación. En nuestras relaciones de pareja tendemos
a juzgar cuánto somos valorados o amados a partir de la manera en que
escucha y se comunica nuestro cónyuge. Una de las principales quejas que
presentan quienes conviven con personas con TDAH es que se desconectan
y no escuchan a la pareja. Para estructurar el proceso de comunicación se
puede utilizar la técnica del “diálogo estructurado”, en una interacción de
entre 15 a 20 minutos donde la pareja se pone de acuerdo para abordar
un tema, con una serie de comentarios concisos y no acusatorios. Al final
cada comentario, quien recibe la información puede utilizar la técnica del
parafraseo: repetir puntualmente lo que el otro acaba de decir, sin añadir sus
propios pensamientos o sentimientos. Con esto, sencillamente el mensaje
se devuelve a quien lo enunció. Con esta forma de comunicación, la pareja
aprende con el paso del tiempo a validar las comunicaciones del otro,
no sólo parafraseando el contenido sino también entendiendo el tono del
mensaje. Durante este diálogo, cada cónyuge toma al menos un turno para
ser el emisor de la comunicación.
• Obtener el mayor provecho de la medicación. Cuando la persona con
TDAH está tomando medicamento, la pareja necesita trabajar en equipo
para incrementar al máximo los efectos del fármaco sobre sus interacciones.
Será necesario al momento en que estén interactuando, que el medicamento
esté activo y dé un nivel clínicamente efectivo para la persona con TDAH.
En este punto, la pareja debe establecer metas de conducta realistas que
esperan mejorar con la medicina: escuchar atentamente, evitar interrumpir,
completar una actividad de la casa sin distraerse, frenarse y controlarse para
no comprar impulsivamente, disciplinar a los hijos continuamente o no
descargar el enojo en forma inapropiada. Esta información ayuda al médico
para ajustar la dosis.
• Usar creativamente las herramientas para organizarse y estructurar actividades.
Las personas cuyo cónyuge presenta TDAH, se quejan frecuentemente
porque son olvidadizos y tienen dificultades para completar las cosas. Para
lidiar con estas preocupaciones, ambos deben adoptar y utilizar una variedad
de herramientas para organizarse, para mejorar la memoria y para manejar
el tiempo. Es bueno hacer cada noche la “lista de cosas por hacer” y que
planifiquen cómo el esposo o la esposa con el TDAH va a usar relojes con
alarma, buscapersonas, asistentes personales digitales, planifi cadores, llamadas
telefónicas o recordatorios de su pareja desde el correo electrónico. Esto
permite mantenerse en la tarea y completar la lista. La pareja puede hablar
hacia el final de la semana de las tareas que se realizarán en el fi n de semana
en el hogar y con los hijos. La responsabilidad de las tareas será dividida. Para
la persona con TDAH es muy útil defi nir las tareas en pequeñas metas y que
su pareja le dé recordatorios y refuerzos positivos cuando logra cada meta.
También es útil tener un pizarrón con un calendario para anotar la lista de
cosas por hacer de cada miembro de la familia.
• Cultivar el romance. En todas las parejas hay un momento en que se acaba
la luna de miel. En el caso de estas parejas es cuando se enfrentan con la
realidad de los déficits relacionados con el TDAH. La pasión se va tras los
esfuerzos y desilusiones del diario vivir con el problema. El cónyuge sin
TDAH necesita entender y saber que esta situación se presenta. También
es preciso estar cómodo para llevar a cabo actividades que sigan cultivando
el romance y la sexualidad. Hacer citas, tener cenas a la luz de la vela, dejar
notitas... ayuda a estas parejas -y a todas- a seguir cultivando el romance.
Algo importante en estos momentos: evitar hablar de las fallas, separar lo
que es esencial en sus vidas de lo que no lo es. Al enfocarse en lo esencial,
pueden tener expectativas más reales acerca de lo que pueden lograr.
Asimismo será importante:
1. Que no haya negación del problema por parte de la persona con TDAH.
2. Que el cónyuge sin TDAH provea la información en una manera poco
amenazante.
3. Llevar a la pareja a reuniones de algún grupo de apoyo para adultos con el
TDAH.
4. Navegar en Internet y leer juntos.
5. Ofrecer ayudar con asuntos específicos tales como pagar las facturas,
recordarle a su pareja que realice las tareas, organizar las cosas.
6. Ayudar a su pareja a encontrar un “coach” del TDAH que le ayude con las
tareas del manejo de la vida cotidiana.
7. Si ninguna de estas sugerencias trabaja, tal vez será necesario evaluar si los
beneficios de permanecer en el matrimonio sobrepasan las desventajas.
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